Publicado el 18 de Marzo, 2006, 23:25
![]() Entonces yo desconocía la trágica vida del escritor: Hugo sufrió durante toda su vida por la pérdida de sus seres más queridos y padeció un larguísimo exilio por defender los derechos del hombre y por oponerse a Napoleón III, antes de recibir los lauros nacionales y la aclamación popular. La familia de Adèle Víctor Hugo vivió una infancia nómada, siguiendo el trayecto que la carrera militar y política de su padre le marcaba: Italia, varios lugares de Francia y España, con José Bonaparte, y algunos periodos de internado le marcaron profundamente. Sus padres tuvieron un matrimonio infeliz, lleno de altibajos. La madre de Hugo tuvo un sonado romance con otro general, bonapartista como su marido, Víctor Lohaire y desafiante, bautizó a su hijo con su nombre. El padre de Hugo, por su parte, vivió abiertamente durante años con su amante, Catherine Thomas, hasta que Bonaparte le obligó a abandonarla. Finalmente, los padres del poeta se divorciaron. Víctor Hugo conoció a los 7 años a una niña de 6: Adèle Foucher, hija de unos íntimos amigos de sus padres. Sorprendentemente, tanto los Foucher como los Hugo opusieron muchos obstáculos al matrimonio de Adèle y Víctor cuando éstos decidieron unir sus vidas, a pesar de que Hugo, en 1822, ya comenzaba a hacerse célebre tras vencer en los Juegos Florales y publicar su primer libro de poemas, Odas, por el que obtuvo una pensión de Luis XVIII. Finalmente, el matrimonio se llevó a cabo tras la muerte de la madre del poeta en ese mismo año. El hermano de Víctor, Eugène, enamorado perdidamente de su cuñada, padeció una crisis mental tan terrible que tuvo que ser internado en un asilo, tres meses después de la boda. La sombra de la locura comenzó entonces a planear sobre la familia del poeta. Adèle Foucher fue una mujer hermosa, inteligente, cuyo espíritu inquieto se manifestaba en sus escritos, dibujos y pinturas. Aun cuando su amor por Víctor Hugo fue muy grande, el narcisismo de Hugo y la vocación exigente de su esposo la decepcionaron. Ambos vivieron juntos y separados en una relación inestable que no consiguió romperse del todo ni ser del todo satisfactoria para ninguno de los dos. El matrimonio tuvo cinco hijos y a todos los vio morir Víctor Hugo, con excepción de Adèle, quien murió en 1915: Léopold (1823), el primogénito, murió recién nacido; Léopoldine (1824), murió ahogada junto con su esposo, Charles Vacquerie, a los pocos meses de su boda; Charles (1826), por una tuberculosis galopante, François-Víctor (1828) de cáncer. Sólo le sobrevivió Adèle (1830). Tanto Adèle Foucher como Víctor Hugo fueron infieles: Adèle amó sin discreción al famoso crítico literario Charles Augustin Sainte-Beuve. Incluso se llegó a rumorear que Adèle era hija de Sainte-Beuve y así lo creyó también el célebre crítico, cuando escribió que su único aliciente en la vida era la hija menor de ’los Hugo’. Adéle Foucher, cuando la niña cumplió diez años, envió a Sainte-Beuve un retrato -dibujado por ella misma-, de la niña de sus amores, a lo que el crítico respondió con la publicación de un libro de poemas cuyo título es suficientemente explícito: Livre d’Amour. La tragedia de Léopoldine La gran tragedia de la familia fue la muerte de Léopoldine. Adèle tenía 13 años cuando su hermana, la preferida de Hugo, cayó de una barca en el Sena y se ahogó. Su marido, Charles Vacquerie, excelente nadador, se tiró tras ella y se dijo que prefirió morir con ella que salvarse. Sus cuerpos se encontraron en el fondo del río en ceñido abrazo. En el infortunado accidente murieron también un tío y un primo de Charles. Durante años, los Hugo se reunieron en la salita del apartamento parisino para invocar a Léopoldine, desplegando el vestido que llevaba cuando cayó al río, en inútiles, patéticas reuniones espiritistas. No cabe duda de que todo esto afectó profundamente a la joven Adèle. La tristeza invadió a toda la familia y se puede observar en el semblante de Adèle en las pocas fotografías que conocemos. Melancolía que no es sólo retórica fotográfica. A partir de 1848, la situación política se complicó para Hugo y para sus hijos y amigos, que se oponían francamente a Napoleón III y que defendían la necesidad de la República. Hugo no compendió, a pesar de sentirse campeón de la libertad, la necesidad de Adèle de llevar su propia vida. Adèle se quejó de que no podía siquiera salir sola a comprar un periódico. George Sand y otras mujeres luchaban por la emancipación femenina. Leer a Sand fue para Adèle una revelación. Francia se agitaba bajo vientos de renovación. Los hijos de Hugo fueron encarcelados, así como Auguste Vacquerie, hermano de Charles y enamorado de Adèle, quien probablemente fue su primer amor. Auguste Vacquerie representaba para Adèle –bastante más joven que él- , la oportunidad de saber qué tipo de pasión había encendido su hermana Léopoldine en Charles. Ambos hermanos eran tan parecidos como las dos hermanas. El amor que sintió Adèle por él fue intenso y fugaz y probablemente no fue un amor platónico. Adéle escribió: Sé que sufres. Me entregué a ti porque sufrías. La prostitución puede significar una sublime devoción y no sabemos si una mujer pública no es una hermana de la caridad. Este enamoramiento duró poco. El diario sugiere intimidad amorosa, pero él pronto se cansó de la joven Hugo y se casó con la hija adolescente de George Sand, Solange. En una ocasión, el violento Clésinger estuvo a punto de matar a Solange, a su hermano y a George, quien juró que nunca más le admitiría en su casa. Sin embargo, Adèle (quien debía conocer todo esto a través de Sainte-Beuve), escribía después: Tuve el cielo en mi alma. Amé, sentí que me encontrabas hermosa. Tenía 18 años ¡Amor, amor feliz! ¡No hay nada más hermoso en este mundo! Poco después, Adèle soñó (ella siempre pensó que premonitoriamente), que encontraría a un inglés y que ese inglés sería su verdadero amor. En 1852 Hugo se ve precisado a exiliarse, primero a Bélgica, de donde es expulsado, luego a Jersey y Guernessey, islas del canal de la Mancha que gobernaba Inglaterra y en las que Adèle conocerá a Alfred Pinson, a quien identificó como el inglés de sus sueños. Escribió: Al verlo, me encendí. Sin embargo, rechazó su oferta de matrimonio. Para ella, el matrimonio equivalía a tiranía masculina. Antes de huir hacia Nueva Escocia en busca de ese sueño, Adéle intentó ser reconocida como compositora y pianista y comenzó a hacer trámites para publicar sus obras en Bruselas. Víctor Hugo no la apoyó. Para él, el piano era Una bestia de palo. Adèle proyectaba también un libro sobre la emancipación femenina, pero el destino de una escritora era aún más incierto: claudicó, aunque siguió escribiendo compulsivamente. En 1892 fueron descubiertas dos mil páginas sobre los años de exilio de Hugo en las islas del canal Jersey y Guernessey, que fueron atribuidas, en un primer momento, al propio Víctor Hugo. En 1952, Réné de Messières, cónsul francés en Nueva York, reveló en la universidad de Harvard que la verdadera autora del dietario fue la hija más joven de Hugo: Adèle. En realidad había dos diarios, uno trataba con minuciosa exactitud de los días pasados en las islas por la familia Hugo. El otro, escrito en lenguaje cifrado, era el diario íntimo de Adèle.
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